El festival Tanned Tin se presentaba ante nosotros con la fama ganada en sus ediciones anteriores en Santander y tres ases en la manga: Hella, Animal Collective y Gang Gang Dance. Este año, por motivos económicos, el festival se ha trasladado a la ciudad de Castellón, lo que posibilitó que me pudiese acercar a una de las propuestas festivaleras invernales más interesantes de este año.

El festival comenzó el jueves 3, con Russian Futurists y Nacho Vegas a la cabeza. No me hubiese importado ver a los futuristas, pero otra vez será. El viernes, después de un periplo para encontrar la pensión que ni Ulises en la Odisea, nos encaminamos al auditorio para saborear las primeras actuaciones del día. Y primera decepción. Bueno, segunda. La primera fue intentar encontrar algo para cenar en un recinto, el Palacio de Congresos de Castellón, situado en el culo del mundo, más o menos, antes de que comenzasen los conciertos (a las 9). Y salvo un puñado de empanadillas, nada de nada. Teniendo en cuenta que los conciertos se prolongaron hasta las 4-5 de la mañana, no hubiese estado mal tener algo más que llevar a la boca que cervezas y cubatas. Pero estábamos con la segunda decepción, también nada más entrar (o casi). Sale Alasdair Roberts al escenario, él solo con su guitarra. Después de las dos primeras canciones, muy bonitas, le pedí la cámara digital a una amiga para tener algún recuerdo del concierto… cuando veo que se va del escenario!! Así fue, por cuestiones de horario, supongo, el pobre Alasdair Roberts se vino de Irlanda (o de donde quiera que viva) a Castellón para tocar dos canciones. Dos. Primero una y después otra, y ya está. Largas, eso sí, 7-8 minutos, pero obviamente, supieron a poco (¡a poquísimo!). Aún hoy me sigue pareciendo increíble. Él era una de las razones por las que yo (y supongo que no fui el único) me desplacé a Castellón. En fin.

Más generosos en el minutaje, saldrían después 12Twelve, escarbando cada vez más en la música negra y consiguiendo que pueda superar mi aversión al histrionismo del guitarra a base de ramalazos funky. Lou Barlow saltó antes de tiempo al escenario para interpretar un tema con los catalanes. Instrumentalmente muy bien, como siempre, aunque luego vendría algo que los borraría del mapa. Pero no adelantemos acontecimientos. Archer Prewitt también sufrió en sus carnes los rigores de los horarios, y sólo le dió tiempo de marcarse unos 6 temas. Suficientes para mí. Windy & Carl fueron el típico grupo en el que aprovechas para descansar un rato. Tediosos hasta el desespero. El hambre comenzaba a copar todas mis quejas cuando Lou Barlow salió a escena. Pero de un plumazo me olvidé del hambre que tenía, del sueño y de todo. Uno de los grandes conciertos del día. Equipado con una guitarra, un Korg y un pedal para crear loops (que debe estar de moda, porque lo llevaba todo el mundo en el festival) manejado con maestría, nos dejó a todos impresionados, y pidiendo más. A priori, el concierto de Howe Gelb pintaba de lo más interesante, pero demasiados factores en contra me dejaron cabezeando en mi butaca. Las dos de a mañana, un concierto lleno de altibajos, interrupciones y excentricidades, que probablemente funcionarían muy bien en un concierto propio, pero no cuando llevas 5 horas de conciertos, y el estómago vacío. En otra ocasión, quizá. Y entonces llegó uno de los momentos que más he esperado estos últimos años. Hella en directo.

Casi estoy nervioso. Comienzan con Biblical Violence, sólo con Spencer Seim y Zach Hill (los Hella originales) en el escenario. Spencer, el guitarrista, ha dejado de ser el chico tímido y concentrado de los vídeos que todos hemos visto en la página web, para convertirse en una especie de Rasputín de las seis cuerdas. Al final del tema salieron otros dos músicos (un bajista saltarín y un guitarrista/teclista). Jugaron con el sonido un poco en contra, pero fue impresionante. Exactamente como te esperas que sea, un ataque frontal sónico sin concesiones, a toda pastilla. Lenguas fuera, los Kiss del math rock, todos sin cabeza. Y los pobres indies que venían a ver a Windy & Carl o a Lou Barlow, petrificados. Después de ese despertador con forma de batería llamado Zach Hill, ya estaba listo para ver a otro de los grupos que esperaba con más ganas, Herman Düne. Venían acompañados de la canadiense Julie Doiron, y por ello tuve que sufrir una primera parte del concierto con canciones de ella. No lo digo del todo en serio, seguro que si lo escucho en casa me gusta, pero en ese momento quería otra cosa, y ahí tomaron las riendas los Herman Düne, y todo cambió. Otro de los grandes conciertos del día. Acabaron marcándose unas cuantas canciones casi a capella, al borde del escenario. Un final perfecto para el día.

El sábado nos dedicamos a explorar Castellón, y como nos sobró tiempo, esta vez no cometimos el error del primer día. Una pequeña parada en un supermercado nos aseguró provisiones para toda la noche. Abrieron Nisei, y gustaron mucho, en general. Yo también quiero que me gusten, porque parecen muy majos, tocan muy bien, y me suelen gustar las primeras canciones que tocan… pero después me resulta todo demasiado parecido. Creo que algo más de variedad en las canciones se agradecería mucho. La Broken Family Band se lamentaba de parecer la Dave Matthews Band entre tanto grupo moderno, mientras que luego Final Fantasy casi nos pidió perdon por tocar, prometiendo acabar rápido para dejar paso a grupos mejores. Y sin embargo, gustó mucho entre la gente que, como yo, no lo conocía. Violín y voz, con acompañamiento de batería en el tramo final del concierto, y un uso acertado del pedal de loops que ya conocimos con Lou Barlow, que lograron vencer mi escepticismo inicial con un puñado de lo que, al final, es lo que siempre funciona: buenas canciones. A Colleen, Sam Prekop y François Breut los ví a ratos. Colleen tiraba más a lo experimental, jugando con ecos y delays, dejando flotar los sonidos, sin aburrir. Sam Prekop añadía un toque de bossa a un pop de corte clásico como el de su compañero de grupo Archer Previtt. Y la verdad es que de la francesa no vi lo suficiente como para contar nada. Eran las dos de la madrugada, y aún quedaban dos pesos pesados por llegar. Animal Collective, y Hella, sustituyendo a Gang Gang Dance, que perdieron el avión.


Animal Collective arrancaron a gente de sus butacas a base de mantras pop, y nos dejaron entrever durante una hora escasa cómo sería la música rock si la raza dominante fuesen los sioux y el peyote estuviese bien visto socialmente. Hipnóticos y salvajes, montaban una fiesta a base de cánticos tribales y aullidos atávicos. El ritmo en su expresión más primaria. No todos los fines de semana puede ver uno a Hella dos días seguidos, así que la cancelación de Gang Gang Dance nos dolió menos. Esta segunda noche nos confirmó que hay muy poco de improvisado en el salvaje ataque de los de Sacramento, y sí una precisión tal que duele. Un sonido deficiente emborronó una actuación casi calcada a la del día anterior, con pocas variaciones en el repertorio y en la puesta en escena. Sorprendió echar un vistazo atrás y ver que el público era apenas un tercio del que hubo el resto del día, y la verdad es que no pintaban mucho con el resto de las bandas. Espero de todos modos, que no tarden mucho en volver.

Publicado originalmente en Lctrct.