Hace más de un año que deberían haber entrado en vigor las nuevas tasas de copyright para las radios online impuesta por el Copyright Royalty Board. Las nuevas tasas a cobrar por SoundExchange, la versión digital de la RIAA, aplicaban un importe por canción, usuario y estación de radio, que en el caso de algunas radios online pueden ser varias por usuario. Además, se aplicaban retroactivamente a partir de 2006 e imponían una subida anual hasta 2010. Esta subida multiplicaría los costes de las radios online hasta forzarlas a desaparecer… o negociar ciertas concesiones, como la inclusión de DRM, a cambio de tasas más bajas. Además, Los grandes sellos discográficos podrían negociar tasas especiales para su catálogo, lo que vendría a ser una forma de payola: a las radios online les saldría más rentable que en una emisión por etiqueta o género se emitiese Madonna antes que Charalambides.
Sin embargo, un año más tarde todo sigue más o menos igual. La radio por satélite también ha visto una subida de las tasas que pagan a los propietarios de derechos, pero mucho menor que la de las radios online. La radio terrestre, que hasta ahora no pagaba tasas en base al efecto promocional de sus emisiones, está actualmente negociando con los gestores de derechos.
Para las radios online, esta falta de noticias no tiene por qué ser positiva, precisamente. La Internet Radio Equality Act, una propuesta de ley que vendría a modificar la subida de tasas del Copyright Royalty Board para evitar que superen el 7,5% de los ingresos de las radios online está actualmente estancada en su proceso legislativo. Según Tim Westergreen, el fundador de Pandora, cuya aplicación para el iPhone está entre las 10 más populares, las nuevas tasas podrían suponer el 70% de sus ingresos. La incertidumbre respecto a lo que pueda suceder no le favorece. Pandora está financiada por capital riesgo, que podría cortar el grifo si ve que las nuevas tasas se llevan toda posibilidad de obtener beneficios. Otros webcasters más pequeños aseguran que para ellos las tasas implicarían tener que pagar del 100% al 300% de sus ingresos.
A los grandes sellos discográficos les beneficiaría esta escasez. Menos actores en el mercado son menos interlocutores con los que negociar tasas más bajas para su catálogo y menos lugares desde donde la gente puede acceder a música online. La estrategia es limitar los puntos de acceso a música en streaming online y cerrarlos para que prioricen su catálogo.