Pregunta: ¿Son los bloggers periodistas?

Respuesta rápida: Depende.

Ésta es una de las cuestiones más formuladas dentro del debate global sobre cuál será el futuro del periodismo y los nuevos medios. La pregunta del millón. Con muchas respuestas, mantenidas desde posiciones filosóficas, semiológicas y sobre todo legales. Ahí va una que resulta una obviedad: un blog es una herramienta y tener un blog no te convierte en periodista… a no ser que lo que hagas con ello sea precisamente eso: periodismo. En esencia, mi idea de blogs y periodismo coincide con la expuesta por el consultor de medios Juan Varela:

1. Ni todos los blogs son periodismo ni falta que hace. Existen muchos blogs que son sobre todo comunicación interpersonal potenciada en red y cada día me interesan más los que intentan ser gestores/socializadores de conocimiento.

2. Cuando los blogueros hacen información deben tener los mismos derechos y obligaciones que los periodistas, que no deben ser más que los de cualquier ciudadano. Los derechos y obligaciones del periodismo no deben depender de un estatus o carné, sino de la actividad informativa. Y todo el mundo tiene derecho a la información: para informarse y para informar.
Y, por supuesto, las opiniones son libres y menos responsables que la información, obligada a la veracidad, más allá del enfoque y punto de vista.

Los problemas con la necesidad de una nueva definición de periodismo y de la inclusión de los blogs dentro de ella, llegan sobre todo con situaciones como la de Josh Wolf, cuyo caso depende precisamente de eso.

Josh Wolf

Wolf lleva casi 200 días en prisión federal por negarse a entregar la cinta en bruto de un reportaje emitido en su blog sobre protestas anarquistas en San Francisco contra el G-8, en julio del 2005. Es la estancia más larga en prisión de un periodista en USA. El caso de Wolf es importante en USA porque podría marcar la extensión de los derechos legales de los periodistas a aquellos que trabajen en medios no tradicionales, y viceversa: anular derechos fundamentales como la confidencialidad de las fuentes. La Sociedad Americana de Periodistas Profesionales lo tiene claro, y en 2006 otorgó a Wolf el premio al Periodista del Año. El San Francisco Gate también defiende, con un titular meridiano como Free Josh Wolf, que gente como él tenga la misma cobertura que el resto de periodistas.:

«Each day he remains incarcerated represents another small dent in this nation’s basic freedoms»

Muchos otros medios se están viendo obligados a debatir sobre la relación entre blogs y periodismo, quizá obviando el hecho de que muchos de esos medios poseen blogs. Como hemos visto, en Francia este debate no tendría lugar, porque Josh Wolf podría ser detenido simplemente por el hecho de haber realizado la grabación y haberla difundido.

Según algún columnista en Editor & Publisher, éste caso tiene otro punto de fricción: el ego de los periodistas. Al parecer, a algunos profesionales no les hace demasiada gracia compartir estatus con advenedizos. Vamos, que aún hay clases.

En España no existe estatus que compartir, dado que el periodismo es una de las profesiones menos valoradas. Y además, tampoco hay aspirantes de nivel parecido a Josh Wolf. Las batallas judiciales en las que se han visto los blogs en España son más bien sonrojantes, y se centran en la responsabilidad de los blogs respecto a los comentarios de usuarios anónimos. David Maeztu comenta éstos casos en su artículo sobre la equiparación entre prensa y blogs en materia de responsabilidad, aparecido en en el número 61 de la revista Iqua Magazine. Lo más interesante del artículo es su conclusión:

Los tribunales están equiparando los blogs a publicaciones ordinarias, al menos en el orden penal (…) hay que sentar unas bases firmes acerca de las diferencias entre el código penal y la ley de prensa, por un lado, y el acceso masivo a medios de publicación gratuitos que tiene al alcance una gran parte de la sociedad, por el otro.

El debate acerca de esta cuestión es global, pero desde luego no es en España donde está el centro de una batalla que inevitablemente determinará nuestra condición de periodistas no por dónde (a través de qué medio/soporte, en qué empresa) hacemos periodismo, si no por cómo lo hacemos.