Ayer me llegó al correo el primer número de mi suscripción a la revista La Dinamo. Es gratuita y supongo que en Madrid, de donde es ésta asociación cultural, será sencillo encontrarla, pero en Barcelona nunca la he visto, y aunque te puedas leer los artículos en la web, siempre es más cómodo el papel para tirarte a leer en cama.
Echando un ojo al índice, había dos artículos que me llamaban la atención, uno sobre el musicólogo Alan Lomax y otro sobre el autor de cómic Will Eisner. Qué se puede decir de Eisner a estas alturas, es uno de los 10 o incluso 5 mejores autores de cómic de todos los tiempos, el inventor de la novela gráfica como tal y uno de los que más ha hecho por dignificar el medio y tratarlo como lo que es: un arte.
Lomax, en cambio, es un personaje menos conocido y que ha hecho también mucho por recuperar y dignificar otra forma de expresión: la música tradicional popular. Yo lo descubrí a través de Shirley Collins, una increíble cantautora folk inglesa con la que Lomax visitó el sur de los Estados Unidos en uno de sus viajes etnográficos.
Lo que Lomax hacía se podría catalogar como antropología sonora, o musical. Equipado con una pesada grabadora, Lomax pretendía registrar el mayor número posible de manifestaciones musicales populares. Las canciones que los granjeros, los presos o los canteros cantaban mientras trabajaban, mientras se distraían o mientras festejaban algo. El valor etnográfico de esas grabaciones es indudable, pero su aportación a la teoría antropológica es bastante escasa y de poco valor.
En Cultura Galega tienen un breve artículo que relata el paso del musicólogo por Galicia. Además, en el 2001 se editó el volumen de las grabaciones de Lomax correspondientes a Galicia, del que podéis leer alguna crítica.