Por lo general estoy frontalmente en contra de todo tipo de reuniones o retornos de viejas glorias para revivir éxitos de antaño y de paso recaudar un poco de dinero para afrontar los difíciles años de madurez. Pero siempre hay excepciones y matices para todas estas cosas, porque es difícil, y aburrido, montarte un código de conducta estricto y seguirlo de forma cerril. Así que hace poco me acerqué al Poble Espanyol, en Montjuic, Barcelona, para asistir a un concierto de Brian Wilson. No lo pude evitar, porque me parece uno de los mejores compositores de pop que jamás han existido, y autor de obras tan imprescindibles como Pet Sounds o SMiLE. Precisamente en ésta gira se suponía que iba a tocar el disco entero, pero en Europa, por temor de los promotores a que algo así no fuese muy atrayente para el público (!!!!), el setlist se ha convertido en un ‘grandes éxitos’, lo que tampoco está nada mal, teniendo en cuenta de quién hablamos.

En cuanto empezó el concierto comprobamos que efectivamente Brian Wilson no está ya para muchos trotes. Se olvidaba de trozos de las canciones, repetía estrofas, entraba cuando no era, dejaba de cantar… Y eso con dos monitores por los que se supone le aparecería la letra de la canción, algo así como un karaoke. Afortunadamente la banda estaba a la altura. Todos tenían un nivel increíble, y no sólo clavaban todas las melodías vocales e instrumentales, si no que también cubrían a su líder cuándo éste flojeaba. Tanto es así, que a la mitad del concierto me pregunté si Brian Wilson había contratado a esa banda o era la banda la que había contratado a Brian. Luego, en la emoción de los días posteriores al concierto llené el emule de descargas de videos de conciertos de Brian Wilson y los Beach Boys. Circulan por ahí unas grabaciones de las series de conciertos que dio en el 2002 tocando sólo el Pet Sounds, con la misma banda prácticamente, que son maravillosas, y a él desde luego se le ve en mucha mejor forma que ahora. Aún así, a mí me dejó emocionado. Creo que esa es la mejor palabra para describirlo. Los mejores conciertos son esos de los que sales con una sonrisa en la boca, no los que mejor han tocado o más saltos han pegado. Brian Wilson ya no canta como antes, está algo chocho y sus intentos de hablar español eran hilarantes. ¿Y qué? Yo disfruté ese concierto como pocos, y mientras escribo esto recordando ese concierto, no puedo contener las ganas de volverlo a ver en directo.

El repertorio fue, claro, impresionante. Durante el concierto alternaba clásicos surf de la primera etapa con canciones de la etapa post-Pet Sounds. Las mejores, «Sloop John B», «In my room», «Heroes and Villains» – INCREÍBLE, «Good Vibrations», «God only knows» y «Wouldn’t it be nice». Luego el primer bis fue puramente verbenero, «Barbara Ann», «I Get Around» y todas esas. Y nos levantamos a bailarlos, por supuesto, con unos cuantos más, al borde del escenario. Ahora no recuerdo en qué canción fue, pero ver a dos amigos, cogidos del hombro, cantándose el uno al otro, es de las imágenes que se me quedaron grabadas de esa noche. Puede que fuese con la última canción, «Love & Mercy», un broche de oro a un gran concierto.

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