Y, de repente, estamos viviendo una novela de ciencia ficción distópica. Encerrados en nuestras casas, se para el tiempo y la rutina. Perdemos los ritmos a los que estamos acostumbrados: escuela, trabajo.
Llevamos una semana, y nos esperan, al menos, tres más. Semanas en las que nuestro mundo se reduce a 70m2. Pienso en mis padres, en mi hermano, en la familia de Lola. Pienso también en nuestra familia. Lía y Max lo están llevando bien, pero creo que nuestro deber será recordarles que el mundo es más grande de lo que parece estos días. Y contarles las historias de solidaridad y apoyo mutuo que florecen estos días.